El Destino

 

 

de los Cacaentes

 

 

 


 

 

Después de este frustrado instante de materialización,

estos desdichados entes cayeron en una profunda depresión.

Su estancia en la Tierra, ahora, era cruel y desdichada:

Eran pero no estaban en esta acogedora morada;

eran fantasmas que con desesperada impotencia,

trataban de mostrar a los humanos su imperceptible presencia.

 


 

¿Cuál sería el destino de estos entes siderales?

¿De qué habían servido tantos poderes paranormales?

¿Qué habían hecho mal con estos simplones terrenales?

¿Cómo harían para salir de estos estados fantasmales?

 


 

Eran preguntas a las que no encontraban solución,

y en  su más que histérica desesperación,

inmiscuidos en una tremenda confusión,

se abandonaron en una triste y total inanición.

 


 

Estos entes, apariciones no intentaban,

de comunicarse con los humanos, desistían,

asustarlos, de fantasmas, ¡no podían!,

y dominarlos, que osadía, ni lo soñaban.

 


 

Es el sino, ¡cruel destino! de las criaturas materiales,

que tienen su tiempo, y desaparecen como tales.

Y es que toda la materia del Cosmos está sometida a las leyes de la evolución;

toda  ella se transforma sin ninguna excepción.

 


 

Y los Cacaentes, aunque eran muy inteligentes,

y habían desarrollado poderes excelentes,

creyéndose dioses permanentes,

y con derecho a controlar a otras gentes,

estaban sometidos a las leyes del Universo existente.

Leyes contundentes e intransigentes,

que no exceptuaban a estos entes.

 


 

Así es que a los de Cacano, la hora les llegó,

y su esencia material se agotó,

y su energía, al Cosmos pasó,

y se transformaron en unos seres fantasmales,

de los muchos que debe de haber en esos espacios universales.

 


 

Es el fin material de estos seres celestes,

que después de muchos siglos de existencia,

han intentando sobrevivir luchando contra su finita y material esencia,

en una suerte de equilibrios terrestres,

para lo cual han intentado usar a unos humanos adecuados,

queriendo perpetuarse en estos seres menos evolucionados,

y han manejado y mareado a estos cuitados,

intentando mejorar los genes de ambos, previamente recombinados.

 


 

Pero las técnicas por ellos utilizadas no han dado el resultado apetecido.

Hagamos memoria y veamos lo acontecido:

 


 

Primero se intentó con la hibridación;

estas criaturas eran torpes y con escasa adaptación.

Después idearon la abducción con implantación;

esos artilugios eran molestos y con escasa resolución.

Llegó el turno de la enteintroducción;

pero dicho acoplamiento falló sin solución.

Entonces probaron con la transforvolución;

y surgió un doble engendro sin ton ni son.

Por fin se decidieron por la humanización;

Y medioacertaron con su elección:

Con humanos realizaron cruzamientos,

y clónicos procrearon,

y esos seres, genes con humanos intercambiaron,

pero con el tiempo, esos genes entre los terrestres se difuminaron.

Además para su desgracia, un desastre cósmico su planeta destruyó,

pero la esencia de estos entes no se terminó,

pues en estado de fantasma, esa esencia en la Tierra perduró.

 


 

Y de tal guisa,  ¡oh Dioses Cacaentes!

como entes fantasmales en la Tierra estáis presentes,

aunque para controlar a los humanos sois impotentes,

ya que ni os perciben en vuestro definitivo estado, aunque sea permanente,

ni vosotros podéis interferir en su vida ¡pobres entes!

 


 

De todas maneras, ¡oh Cacaentes!

vuestros genes, aunque diluidos,

entre los humanos están inmiscuidos

y por esto, a pesar de que vuestra esencia material en el Cosmos se acabó,

nobles genes vuestros en la Tierra quedan… ¡lo digo yo!

y es posible y puede que… ¡hasta probable! que vuestra esencia fantasmal, espiritual y paranormal,

en propicias circunstancias del entorno ambiental,

pueda interferir en el devenir y transcurrir de la humanidad terrenal.

 

 

Ahora… ¡si que se acabó!